Homenaje a la trayectoria. Festival de Tandil
Trayectorias
Un reconocimiento a los aportes individuales que llevan a la consolidación del cine argentino, visto como una suma de tesón, memoria y renovación
Mercedes Alfonsín
El cine argentino le debe a Mercedes Alfonsín una de las miradas más talentosas y renovadoras, sobre un área de trabajo hasta hace poco olvidada en el fondo de los tinteros de los críticos más respetados: la dirección de arte.
Su admisión en la New York University le permitió consolidar una formación a la que sumó la sensibilidad y el talento natural, además de una perspectiva de trabajo que defiende con argumentos, buenas ideas y mejores resultados: “siempre hay una biblia de cada película donde tengo muchas referencias visuales y donde trato de escribir el concepto. Tener el concepto es más limpio, es como una guía”, sostiene.
En los últimos años, su presencia en los sets de filmación (y una ardua tarea previa de investigación e indagaciones varias) fue consolidando un perfil profesional con estilo propio, que le valió la confianza absoluta de directores argentinos consagrados por distintos públicos y festivales internacionales.
Las historias que son la savia constitutiva de los relatos cinematográficos de “Luna de Avellaneda”, “El aura”, “Monobloc” o “La puta y la ballena” -por sólo mencionar algunas- llevan la marca indeleble de una artista capaz de interpretar el deseo del director, sin perder las perspectivas colectivas del equipo ni la singular pericia que exige su labor.
Mercedes Alfonsín ha recorrido, a pesar de su juventud, un largo y fecundo camino, convirtiendo a la Dirección de Arte, no ya en un aspecto subsidiario del relato, sino en un terreno fértil donde dialogan personajes y acciones, nutriendo a la historia de una mirada más completa y enriquecedora.
Retrospectiva
“Luna de Avellaneda” (Juan José Campanella)
“El aura” (Fabián Bielinsky)
“La puta y la ballena” (Luis Puenzo)